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El don del sueño

Dormir es esencial para la buena salud. Los científicos no saben con exactitud por qué es necesario, pero sí conocen qué sucede si no dormimos lo suficiente. Hay riesgo de envejecer prematuramente, de aumentar de peso o de padecer enfermedades que van desde los resfríos y la gripe hasta el cáncer. Lo que Dios hace en nuestro cuerpo mientras nos sumergimos en la tierra de los sueños no deja de ser un milagro. Mientras no hacemos nada, Dios renueva nuestra energía, recompone y restaura nuestras células, y reorganiza la información en nuestro cerebro.

La diferencia de un día

Los estadounidenses recuerdan el 11 de setiembre de 2001 como el día en que les pareció que la vida, tal y como la conocían, llegaba a su fin. Dori lo recuerda como el día en que le pareció que su vida en los Estados Unidos ni siquiera llegaría a comenzar.

Luego que estallara la guerra civil en Albania en 1997,…

¿Qué a ti?

Cuando uno asiste a un concierto coral de niños, no debe sorprender que miren hacia todos lados, menos al director. Se sonríen, se mueven y se codean unos a otros. Se ponen de puntillas para buscar a los padres entre la audiencia. Cuando los ven, levantan la mano para saludarlos. Ah, sí… a veces, también cantan. Nos reímos de sus travesuras; ese comportamiento es agradable en los pequeños. Pero no lo es tanto cuando los miembros adultos de un coro no miran al director. La buena música surge cuando le prestan atención al conductor para poder cantar juntos.

Viento y fuego

A veces, cuando quiero encender un fuego, el viento lo apaga, pero cuando trato de mantenerlo ardiendo, el viento lo aviva. Así que, en el primer caso, digo que es «malo» porque frustra mis planes; en el otro, lo considero «bueno», ya que me ayuda a lograr lo que quiero.

El regalo

Nos referimos a la Navidad como la época de dar. La mayoría de la gente se esfuerza por encontrar regalos que les gusten a sus amigos y familiares, pero no todos son iguales. Algunos contienen una indirecta sutil, como una máquina para hacer ejercicios o un libro con dietas para adelgazar. Otros reflejan lo que le gustaría recibir al que lo da. Pero los mejores regalos provienen de alguien que nos ama y sabe qué queremos.

Gozo

El gozo se perdió cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios. Él los echó de su hogar en el huerto para evitar que sucediera algo peor. Si hubieran comido del árbol de la vida después de comer del de la ciencia del bien y del mal, habrían vivido en desgracia para siempre.

Necesitamos esperanza

Adán y Eva no necesitaban esperanza porque tenían todo. Además, no había por qué dudar de que la vida siguiera siendo tan agradable como desde el principio, con tantas cosas buenas que Dios les había dado para disfrutar. Sin embargo, arriesgaron todo por lo único que la serpiente dijo que el Señor no les había dado: el conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:17; 3:5). Por eso, cuando Satanás hizo su ofrecimiento, Eva cedió de inmediato y Adán la siguió sin vacilar (3:6). Consiguieron lo que querían: conocimiento. Pero perdieron lo que tenían: inocencia. Y con esta pérdida nació la necesidad de esperanza… esperanza de que se les quitara la culpa y la vergüenza, y de que el bien fuera restaurado.

Sobreexposición

Apesar de las repetidas advertencias de salud acerca de los peligros del exceso de exposición al sol, los habitantes del norte se escapan a las playas del sur cada invierno y primavera para aliviarse del frío y adelantar sus bronceados de verano.

A fin de prepararse con anticipación, muchos van a solariums para evitar sentirse avergonzados de tener una piel…

Imposible esconderse

Sentí olor a quemado, así que, fui corriendo a la cocina. No había nada en las hornillas ni en el horno. Mi nariz me guió por toda la casa. Recorrí todos los cuartos hasta que, finalmente, bajé las escaleras. El olfato me llevó a mi oficina y, después, a mi escritorio. Miré hacia abajo y allí, mirándome fijamente con sus ojos grandes que pedían ayuda, estaba Maggie, nuestra perra, nuestra terriblemente «fragante» mascota. Lo que olía a quemado desde arriba era ahora un inconfundible olor a zorrino. Maggie había ido hasta el rincón más escondido de nuestra casa para huir del olor nauseabundo, pero no podía alejarse de ella misma.

Que baje al corazón

Cuando yo era niña, mi profesora de piano insistía mucho con la memorización. No bastaba con poder interpretar una pieza sin errores; tenía que ejecutar varias a la perfección y de memoria. Su razonamiento era este: no quería que cuando le pidieran a sus alumnos que tocaran, ellos dijeran: «Lo lamento, no tengo partitura».